Reflexiones personales

Reflexión personal sobre la educación actual

El sistema educativo español no pasa por su mejor momento. Es verdad que nunca ha destacado por  ser el sistema educativo que mejores resultados académicos haya garantizado y que tampoco hemos sido más innovadores que el resto de las principales potencias mundiales, todo ello debido a un pasado histórico que nos introdujo en un contexto de censura y aislamiento que nos ha producido un retraso con el resto de países.  Un ejemplo claro de ese desnivel en desarrollo es que en España no se garantizó una educación gratuita a toda la población e igualdad de oportunidad hasta 1970 con la Ley General de Educación, eso significa que sólo llevamos 42 años garantizando educación a toda la población.


Este es un motivo importante de que nuestro sistema educativo aun este en desarrollo y no sea el más brillante de todos, sin embargo se añaden más problemas: como todo, la educación, por desgracia, no se encuentra aislada e independiente de cualquier poder, la política determina nuestra educación, crea las leyes que exponen que hay que estudiar, cómo hay que estudiarlo, cuándo hay que hacerlo y cómo se evaluará nuestro estudio. Por lo tanto, llegamos a la situación que ya hemos comentado numerosas veces en clase: años y años de leyes educativas propuestas, aprobadas y echadas por tierra por el partido de turno. Se limitan a borrar todo avance realizado por el anterior partido sin parar a preguntarse qué es útil, qué favorece la educación, qué se debe modificar…claro, es más fácil borrón y cuenta nueva y empezando de cero cada 4 u 8 años es imposible que un país garantice una educación de calidad. ¿La solución? Está clara, una ley educativa realizada en consenso por todas las fuerzas políticas, una ley que disponga de tiempo para obtener resultados. Sin embargo, creo que con eso no basta. ¿De qué sirve tener una ley educativa que no se puede aplicar o que sus medidas  no son eficaces? Sería coherente que los encargados de realizar las leyes de educación fuesen personas relacionadas con el ámbito educativo, es decir, un ministro o ministra de educación que sepa cómo funciona un colegio, un instituto, una universidad…en definitiva, un profesor. No es por desprestigiar a nadie pero no creo que ministros de cultura como José Ignacio Wert, licenciada en derecho, o  Mercedes Cabrera, Doctora en Ciencias Políticas y Sociología, tengan mucha idea de pedagogía como muchos otros ministros de educación que hemos tenido. En definitiva, un profesor debería encargarse del ministerio de educación, un abogado del ministerio de justicia, un médico del ministerio de sanidad, etc. Creo que es de sentido común.

Sin embargo, aún queda un problema mayor que afecta a la educación en la actualidad y se trata de un problema a nivel global. Hablamos, por supuesto, de la famosa crisis económica. Nuestro sistema educativo se está viendo amenazado por constantes recortes, nuestras leyes en educación no paran de hablarnos de un cambio de metodología, nos hablan de una educación individualizada, de la integración de las nuevas tecnologías en el aula, de un papel activo del alumno, de integración social, inclusión y normalización, etc. Pero resulta que no hay dinero para alcanzar esas metas. Se trata, parece ser, de hacer lo imposible. Y los políticos no paran de decirnos que estamos en una situación crítica y que el recorte económico en un derecho constitucional, como es la educación, es necesario por el bien del país. Es evidente, que nuestros políticos consideran la educación como un gasto no como una inversión a largo plazo…sin darse cuenta que la mayoría de las potencias mundiales son las que más invierten en educación. De todos modos, llegados a este punto, creo que sería constructivo reflexionar si de verdad no hay dinero para poder invertir en educación. Parece ser que no hay dinero para educación, pero si hay dinero para seguir comprando y produciendo diverso material armamentístico. Parece que no hay dinero para garantizar una educación de calidad pero si lo hay para rescatar entidades privadas de la quiebra, por una mala gestión, con dinero público. Parece que si hay dinero para subir los sueldos a los políticos y los banqueros que dirigen este democrático país. Quizás sí que haya dinero pero puede que haya un choque de intereses. Esto se debe a que España y prácticamente todas las zonas del mundo desarrolladas se rigen por un sistema que tiene como único fin garantizar la obtención de capital a cualquier precio, incluso pudiendo ser, ese precio, derechos humanos…Es lógico pensar que jamás podrá funcionar una educación universal, gratuita y de calidad a todo el mundo en un sistema que solo enriquece al rico y empobrece al pobre. Y mientras que esta idea no se cambie, mientras que no se deje de considerar la educación como un gasto en vez de una inversión y un derecho intocable, no podremos contar con un buen sistema educativo.