Diario de Prácticas



Toma de contacto (5-11-2012)
El primer día de cualquier experiencia siempre está acompañado de nervios, dudas y temores. Estas prácticas no han sido una excepción de esas sensaciones. Sin embargo, todas ellas han ido desapareciendo poco a poco, una vez que me he ido adaptando a la situación y que ha ido pasando el tiempo. Estoy convencido de que esas sensaciones desaparecerán prácticamente por completo con lo días.

La verdad es que he tenido motivos para que esas sensaciones fueran reduciéndose a lo largo de mi primer día de prácticas. Una reunión previa con el jefe de estudios del centro junto a una visita guiada del mismo ha ido relajando el ambiente. He de decir, que mi primera impresión de la experiencia ha sido maravillosa. Todo el personal con el que me topado ha sido muy amable y abierto. El centro me ha sorprendido realmente. Antes de verlo, me esperaba un centro bastante más pequeño y me he encontrado con un gran edificio con estupendas instalaciones (sala de estimulación, piscina, salas de vídeo, pistas, huertos e, incluso, una “mini granja”). Te das cuenta de lo mucho que han tenido que “luchar” el personal de ese centro para conseguir todas las instalaciones que forman el mismo (con la increíble inversión económica que debe haber supuesto) y que la administración no concede tan fácilmente. Todo ello  te permite apreciar lo mucho que se involucra el personal por el mejor desarrollo del colegio. Es muy reconfortante saber que podemos ser parte del centro al menos durante nuestras prácticas.

He de admitir también que el centro ha hecho que se me “rompan los esquemas”. Cuando te preparas para ser profesor de Educación Primaria tienes en mente un cierto modelo de colegio y de funcionamiento. Cuando uno entra al centro y ve las adaptaciones que hay por todas partes (algunas bastante curiosas y originales) se da cuenta que ese modelo que tiene en la cabeza desaparece. Quiero recalcar que eso no es algo malo, creo que todo lo contrario. Pienso que voy a poder tener la capacidad de adaptarme a contextos muy variados con esta experiencia. Una vez que nos han designado nuestras clases correspondientes, tu modelo de colegio se vuelve a distorsionar. El cambio es significativo, un aula de un tamaño más reducido que de costumbre, con 6 alumnos con sus particularidades como cualquier otro niño, pero con necesidades educativas más amplias. En un centro de educación especial te das cuenta, más que nunca, que cada niño es un mundo, que dos alumnos con Autismo son totalmente distintos a pesar de tener características comunes. En mi primer día de prácticas, he estado ayudando a mi tutora con la clase. Vigilando a los 6 alumnos y ayudándolos a resolver sus tareas, asegurarme que su comportamiento sea el indicado (a pesar de ser sólo 6 alumnos a la mínima que te descuidas no sabes donde se han metido) y, lo más importante, aprendiendo mucho de ellos y con ellos. Hoy me he dado cuenta que lo que siempre dice todo el mundo de que cuando llegas a un colegio te das cuenta que no sabes hacer nada y prácticamente necesitas aprender de nuevo, es bastante cierto. Ni punto de comparación tiene estudiar en clase el trastorno de espectro autista y la deficiencia mental, con sus características, sus adaptaciones e intervenciones educativas, a vivirlo en primera persona en un aula. Es verdad es que la teoría asimilada en este año y años anteriores te bombardea rápido: agendas visuales, pictogramas, planes de trabajo individualizado, características de los distintos trastornos; y todo lo acabas relacionando con las prácticas al ir viendo el funcionamiento de la clase. Pero hay cosas que solo se aprenden haciendo, y cuando llega la hora de ponerte a trabajar con el alumno te das cuenta de ello. Y eso es algo que me motiva aún más. Porque me doy cuenta de lo mucho que voy aprender en estos días y estoy convencido que voy a recibir una buena preparación para mi futura labor.
 
Otro de los aspectos que me han sorprendido es el compañerismo y el respeto que se respira por el alumnado que he visto en este día. Ver a los alumnos ayudarse unos a otros, incluso las personas con mayor autonomía, al ser conscientes de ello, muestran una responsabilidad para ayudar a aquellos que no pueden gozar de una autonomía mayor. Me viene a la mente la imagen que he presenciado hoy en el comedor: un grupo de amigos que se han sentado a comer, donde un muchacho, de unos 16-18 años, ha ayudado a algunos de sus compañeros a sentarse agarrándoles de la mano y asegurándose que todos tuvieran su comida correspondiente. Ha llegado a ser el último en comer hasta asegurarse que todos tuvieran sus platos y después ha ido recogiendo todos los platos y cubiertos usados de sus compañeros. En la experiencia que he tenido en los centros ordinarios, no había visto unos niveles de compañerismo semejantes y eso me hace pensar que en los centros de educación especial la educación en valores tiene una importancia mayor que en los centros ordinarios. Considero que estos actos se deberían extender en todos los centros docentes (ordinarios o especiales).

Por último, decir que la experiencia ha sido altamente gratificante, superando mis miedos y nervios y con muchas ganas de que llegue mi segundo día de prácticas. Estoy convencido que va a ser una experiencia inolvidable. 


El momento de empezar de cero (Primera Semana).

Una semana de cambios, de emociones y de roles, eso era lo que me esperaba en mi primera semana. Durante los primeros días, el colegio se convirtió en “una gran sala de estimulación sensorial”. Con nervios y miedos prácticamente inexistentes, mis emociones evolucionaron a una curiosidad extrema. En ocasiones la multitud de estímulos te superan como una ola de información que te desorienta . Todo ello produjo que mis primeras acciones como alumno de prácticas fueran seguir de una manera incondicional el paso de mi tutora, atendiendo y observando más que participando en los momentos en los que no estábamos explicando actividades a los alumnos. Pero esto, como es natural, no iba a durar mucho.
Mi primera clase se componía de 6 alumnos, tres de ellos autistas. Con rasgos comunes pero muy diferenciados, tanto a nivel personal como académico. Los otros tres alumnos presentan TGH, dos de ellos con TDAH y uno de ellos con problemas de comunicación oral. Presentan capacidad comunicativa toda la clase, pero los alumnos con autismo se comunican mediante ecolalias o respuestas cortas. El nivel académico dista de Infantil al primer ciclo de primaria. De manera general, gozan de buena autonomía. Pertenece al nivel de E.B.O. 2 (medianos).
El trabajo rutinario que se realizan en estos centros me hizo crear una zona de seguridad en la que ir aprendiendo y participando (Las actividades que se realizan con los alumnos en el día a día son muy similares). Durante mi primera semana conocí qué estructuras seguirían mis siguientes días y poco a poco fui asimilando el horario.
Fue curioso ver cómo se adaptaban las distintas áreas a las necesidades educativas del alumnado. En ciertas áreas tenía dudas sobre qué metodología y adaptaciones realizarían, sobre todo porque en los primeros días no conocía muy bien las particularidades de “mis alumnos”. Pronto todas esas dudas se irían disipando.
El martes tuve la oportunidad de ver una clase de música adaptada. Conocí al profesor de música del centro y me dio una de las observaciones que más tuve en cuenta durante mis prácticas. Me dijo que el trabajo en el centro se tenía que basar en la constancia y en la paciencia ya que los avances en los muchachos eran lentos y pocos y en muchas ocasiones se retrocedía en lugar de avanzar. Es un trabajo duro, no hay duda, pero me hizo pensar lo gratificante que debe ser trabajar tanto y apreciar un avance, por mínimo que sea. Como en la mayoría de la metodología, las clases se basaban en la rutina. Una sesión normal estaba secuenciada de la siguiente manera: una canción para darse los buenos días (trabajar habilidades sociales), desarrollo de conceptos sencillos (ritmo, fuerte, débil, etc.) mediante juegos de portales educativos que combinan animaciones y sonidos y ayudan a captar la atención (en mi primera clase hay que reconocer que funcionaba bastante bien exceptuando a un alumno con TEA que no mostraba interés por los videos), utilización de instrumentos para poner en práctica lo aprendido con los juegos del ordenador (panderos, claves, etc.) y una fase final de relajación de vuelta a la calma con música tranquila y estimulación sensorial para indicar la finalización de la clase. El resto del día trabajamos fichas de lengua y de matemáticas con los alumnos. Poco a poco mi iniciativa iba aumentando, me sentía cada vez más un profesor.
EL miércoles tuvimos nuestra primera reunión de ciclo, el nuestro era el ciclo de medianos. Pudimos ver el funcionamiento de estas reuniones desde dentro, ver el personal que las forma y los temas a tratar. En varias asignaturas estudiamos el funcionamiento de las reuniones de ciclos pero no era comparable a poder ver una reunión desde dentro. Además pude ver la residencia por dentro (situada en el ala izquierda del colegio) porque fuimos a llevarle unas zapatillas a uno de nuestros alumnos. La residencia tiene una sala común con sillones y televisor, un comedor, baños y los dormitorios. Todo era bastante acogedor. Cuando mi clase tuvo que ir a educación física, no tuve la oportunidad ver ver las actividades porque mi tutora y yo tuvimos que sustituir a una profesora que estaba dada de baja. Fue una gran oportunidad para ver unas de las múltiples realidades del centro. En este cambio pude trabajar con chicos con síndrome de Down. Una clase con mucho más interacción que la mía, ya que casi todos mantenían conversaciones. La forma de trabajo era muy similar: Fichas adaptadas y enseñanza individualizada. Tras el recreo y el turno de vigilancia en el patio volvimos a clase a trabajar las actividades que no habíamos terminado. Por último, durante el comedor estuvimos intentando que uno de nuestros alumnos tomara fruta (nunca se ha conseguido que coma un poco de fruta aunque los zumos le gustan) mediante conductismo. La profesora establecía objetivos pequeños, graduales y alcanzables. En concreto, lo que se intentaba esta vez era que fuese capaz de tener un gajo de mandarina 5 segundos en la boca para que pudiera comer el resto de platos (aunque siempre, después de unos cuentos intentos, se le dejaba como el resto de la comida). El objetivo no se consiguió y tuvimos que seguir intentándolo. En este Diario podremos ver la evolución de este caso.
La primera hora del jueves estaba destinada a dar un paseo por la zona para desarrollar habilidades sociales, autonomía, educación vial y uso de servicios pero la lluvia no lo permitió así que fuimos a la sala de usos múltiples  a ver una película en la pizarra digital. Como he dicho anteriormente, uno de los alumnos no mostraba interés por los contenidos audiovisuales y me pasé la hora intentando interaccionar con él. Durante el recreo pudimos ver los espacios que utiliza el centro cuando llueve. En clase me di cuenta que algunos de los contenidos que trabajábamos con los alumnos no estaban adaptados a su nivel, pienso que el motivo era que los PTIs de cada alumno aun no estaban terminados, pero poco a poco la tutora iba adaptando las actividades tras las observaciones que hacía en el aula, mostrando que una de las laborales principales del tutor es la de ofrecer una respuesta educativa que satisfaga las necesidades de todo sus alumnos. Antes de ir al comedor nos hicieron una entrevista a algunos de los alumnos en prácticas del cole para conocernos y saber qué tal nos encontrábamos. Es uno de los proyectos que realiza el colegio y en el que participé en más ocasiones que ya contaré. Por último añadir que durante el comedor, no conseguimos los objetivos respecto al alumno que no comía fruta. Pero no nos rendiríamos.
El viernes el trabajo con los alumnos se desarrolló de una forma normal y tuve la oportunidad de conocer a la logopeda que trabaja con  cuatro de mis seis alumnos en distintos días. También asistimos a un cumpleaños en el colegio. Unas de las particularidades del colegio es que cuando un niño cumple años puede invitar a las clases que quiera y celebrar su cumple en la sala de usos múltiples o en la cristalera (dependiendo al ciclo al que pertenezcan) con música y comida. El problema es que a veces muchos chicos se agobian y estamos poco tiempo en los cumpleaños. Pero es una forma de mejorar sus habilidades en las relaciones sociales. En el comedor en lugar de fruta tocaba yogurt, por lo tanto nuestro alumno pudo descansar ese día de los intentos de que comiera un poco de fruta. De esta manera terminaba mi primera semana, donde mi actitud de estudiante se fue quedando rezagada y sustituyendo por la de profesor.
Cambio de rol (Segunda semana)

Durante mi segunda semana me fui sintiendo cada vez más seguro y observando todas esas cosas de la profesión que tendré en mi futuro que no se estudian en los libros. Además, una de las ideas claras que nos transmitieron en las reuniones previas a las prácticas fue que utilizáramos el colegio como un “banco de recursos” y así lo hice.
El lunes tuve la oportunidad de ir a una clase de lectoescritura con dos de los alumnos de mi clase. Son los que más nivel académico tienen en la clase y uno de ellos es TEA aunque hay sospechas de que puede ser Asperger. Durante la carrera no había recibido ninguna formación de lectoescritura (puede que el motivo fuera que es un tema que se suele tratar en Educación Infantil) pero teniendo en cuenta que la mayoría del centro tenía un nivel de Educación Infantil era necesario tener algún conocimiento. Además me informaron y mi proporcionaron una gran cantidad de recursos que seguro que agradeceré en un futuro.  Me enseñaron en qué consistía el “Udicom” (tarjetas compensatorias, diccionario de imágenes, etc.), el Meduco y como poder utilizarlos. Trabajamos la lectura comprensiva de manera individual y me mostraron cuadernos y editorial que ellos consideraban más eficaces. EL trabajo con pictogramas con autistas aquí también era muy utilizado. Se trabajaba mucho con la asociación de nombres y de símbolos para completar y aumentar la capacidad de comunicación.  Además me dieron estrategias para reducir las continuas llamadas de atención que hacía un alumno (golpeando la mesa, haciendo ruidos, etc.) que consistían en ignorar dicho estimulo para que desapareciera y así eliminar el refuerzo de la atención que hace que se repita la acción (la técnica de la modificación de la conducta de la Extinción). En clase trabajamos las fichas de matemáticas y lengua con los alumnos y preparamos las cartas de los Reyes Magos (cada tutoría escribe una carta con los regalos que quiere cada niño y se compran con el fondo común que pagan todos los padres). Cada día, después de realizar las actividades, los alumnos podían utilizar un rato el ordenador (se establecían turnos diarios) y poder jugar con actividades educativas. Además, para trabajar el proyecto de los continentes dibujamos Europa y sus países en un papel continuo. Con algunos alumnos conseguimos que se aprendieran unos cuantos países pero con otros era demasiado abstracto y carecía de valor funcional para ellos como para trabarlo. En el comedor hicimos otro gran descubrimiento con un alumno, de estos que solo se pueden hacer por la observación y la casualidad. Uno de los alumnos nunca comía macarrones hasta que un día empezó a comer del planto de su compañero de al lado. La única diferencia que tenían los platos es que el de su compañero no tenía tomate porque se encontraba con problemas digestivos. Después de años con él sin comer pasta se dieron cuenta que lo que no le gustaba era el tomate.
El martes participamos en los talleres que tienen los profesores lo martes a las 9 (antes de comenzar las clases con los alumnos). Los talleres eran: taller de teatro, periódico y materiales. Yo estaba en este último y durante el mismo vimos tutoriales para manejar la pizarra digital y se hizo una “lluvia de ideas para trabajar la unidad de Europa en el colegio”. En la clase de música seguimos la misma sesión que en la última semana. La rutina y la repetición son esenciales para el trabajo con Autistas. Tuvimos que usar la agenda visual para poder llevar a un alumno a la clase de música ya que le gusta tanto que la situación le supera y la rechaza, o eso me contaron (curioso, cuanto menos). A este alumno le gustaban mucho las películas y las canciones, por lo tanto era lógico pensar que la asignatura de música le gustaría. Pero cuando ve películas o escucha música le gusta hacerlo de manera individual, sin nadie más en la habitación. Se trabajaron ejercicios de repetición con los instrumentos (sonidos fuertes y débiles). Con estos contenidos los alumnos tendían a confundir el concepto de fuerte con el de rápido. Las actividades trabajadas con el ordenador pertenecían a la página web del ministerio de educación. Tras la vuelta a la clase normal, seguimos trabajando los distintos contenidos de las fichas adaptadas. Con dos alumnos se está intentando que aprendan a leer y a escribir, poco a poco se les enseñan las letras y sus pronunciaciones.
El miércoles no asistí a clase por la Huelga General del día 14 de noviembre.
EL jueves, el tiempo nos permitió dar un paseo por la zona. Fuimos a una papelería para comprar unos libros, enseñamos normas de circulación por las calles y carreteras (pasos de cebra, semáforos, etc.), también fuimos al parque para jugar en los columpios y por último desayunamos en una cafetería.  Para las salidas los tutores siempre lleven un medicamento por si algún alumno le diera una crisis. Después de aprovechar para ir a una tienda de juguetes y coger un catálogo para elegir los juguetes de los Reyes Magos, volvimos al colegio. Trabajamos las fichas correspondientes y estuve viendo como jugaba un alumno con el “Peque abecedario” (un juego del ordenador).
El viernes, trabajé con el alumno con más rasgos autistas. Estuvimos trabajando las vocales y necesitaba mi ayuda para realizar los trazos en la escritura. Cada cierto tiempo tenía que dejar que se levantara y después volver al trabajo. Los otros dos alumnos siguieron trabajando con las letras y las silabas para aprender a leer y escribir. EL resto trabajó lectura compresiva y vocabulario además de sumas y restas sencillas. Después del recreo, fuimos a la sala de vídeo y vimos Disney Channel. Alguno de los alumnos estuvieron muy entretenidos, otros no tanto. Terminé el día y la semana viendo una sesión de educación física y las actividades adaptadas. La base principal era utilizar le juego para que las actividades pudieran motivarlos y mejorar las relaciones con sus compañeros.

Totalmente adaptado (Tercera semana)

En mi tercera semana ya me sentía como un miembro más del colegio. Totalmente adaptado, que conocía su funcionamiento, mi clase, sus características y su metodología de trabajo. Conocía al resto de profesionales (fisioterapeutas, ATEs, ATSs, logopedas, etc.) y sabía cómo se coordinaban con el profesorado.
El lunes recogimos a los alumnos en la puerta principal y los llevamos a clase. Como todos los días, pusimos la fecha y el menú que tocaba hoy en el comedor y me fui con dos de los alumnos a la clase de lectoescritura. Continuamos trabajando la lectura compresiva mediante textos cortos y preguntas sencillas, utilizando marcadores para facilitar la lectura. Cuando volvimos al aula, trabajé con uno de los alumnos el concepto de la orientación con distintas figuras. Después de realizar las tareas, los alumnos recogieron sus tareas, las guardaron en sus cajones y se pusieron a jugar con los distintos juegos que había en la clase, después desayunaron hasta que llegó el recreo. Después del recreo fuimos a la sala de usos múltiples para poder usar la pizarra digital con juegos didácticos (Leo con Álex). Después del recreo tuve la oportunidad de ver la enfermería (un alumno se hizo un rasguño y tuvieron que desinfectarle la herida y ponerle un tirita). Tras la vuelta al aula trabajamos más fichas. Con el alumno con menor motricidad fina estuvimos intentando trabajar la misma con fichas de manipulación de materiales. Con otro alumno trabajamos las unidades y las decenas. Para terminar el día fuimos al comedor y los alumnos se lavaron los dientes.
El martes en la reunión del taller de materiales con los profesores, un compañero de prácticas aprovechó la hora para dar un tutorial de un programa alternativo (para mi gusto más estético y novedoso) al PowerPoint, “el Prezi”. Muchos de los profesores no tenían un uso muy avanzado de las nuevas tecnologías y muchos de ellos se sintieron perdidos. Era evidente que iba a hacer falta más de una charla. El miércoles íbamos a tener una excursión a “El Borril” y mi tutora aprovechó la situación para diseñar una economía de fichas (método de modificación de conducta) con un alumno que presenta problemas de conducta. Consistía en hacer una tabla con 5 casillas. Cada vez que hiciera un mal comportamiento marcaríamos una casilla. Si llenaba todas, no iría a la excursión. La idea funcionó. La primera hora en la asignatura de música seguimos la rutina de siempre. Trabajamos los conceptos de Fuerte y Piano. Con unas fichas adaptadas debían pintar las casillas de rosa (Fuerte) y azul (Piano) según el ruido que hacia el profesor con el pandero. Ayudé al alumno que no controlaba bien la motricidad fina a realizar la ficha. Cuando el alumno que no quería entrar en música, se agobiaba y lloraba le enseñábamos pictogramas de un chico sonriendo para tranquilizarle y decirle que no tiene porque ponerse nervioso. En clase, hemos continuado trabajando las fichas, esta vez series de números hasta el 90 con un alumno. Esta misma actividad la hemos adaptado al resto, modificando la cifra. Con otro alumno hemos trabajado las enfermedades y su repercusión en los gestos de las personas (desarrollar su habilidad social). 
El miércoles fue el día de la excursión pero antes asistimos a una reunión de ciclo donde se desarrolló como se iba a organizar. Tenía muchas ganas de ir a la excursión. Incluso más que muchos niños. EL motivo era que yo ya había estado en ese lugar. Hace muchos años y con un papel totalmente distinto: el de alumno. Para mí era bastante emocionante saber que iba a volver a hacer la excursión que hice hace 11 años y enseguida recordé toda la excursión: los animales, las actividades, los regalos… Lo dicho, emoción en estado puro. Subimos al autobús ayudando a los niños y me di cuenta de lo complicado que es organizar una excursión y más en este centro. Cuando eres niño no te das cuenta de estas cosas, como es normal, pero la organización con las clases, transporte, lugar de destino, los permisos y autorizaciones, todo conlleva un gran trabajo para poder organizar las actividades. Fue una experiencia muy agradable y un montón de recuerdos me inundaron. A decir verdad, lo recordaba todo más grande. Vimos todos los animales de la zona, tomamos el desayuno y estuvimos en un taller fabricando ambientadores ayudando a los alumnos. Volvimos a la hora del comedor. Los muchachos se lo pasaron genial, al igual que yo. Una gran experiencia.
El jueves repetimos nuestra ruta habitual por el barrio. Fuimos por la zona denominada “el paseo”, al parque y a la cafetería a desayunar. A la vuelta al colegio, trabajamos con los dos alumnos que estaban aprendiendo a leer y a escribir las diferentes sílabas. También, con el resto, seguimos utilizando las distintas fichas de matemáticas y lengua. Mi tutora terminó los PTIs de los alumnos y me proporcionó la información que necesitaba de ellos. Con el alumno más joven intentamos ir acostumbrándole a coger bien el lapicero al escribir. Para ello, utilizamos unas gomas que se ponen en el lápiz y facilitan el agarre y la posición de los dedos. Pero no funcionó mucho, conductas de este estilo necesitan de mucho tiempo para poder modificarlas.
El viernes, la logopeda de la clase se quedó con nosotros y pude ver si trabajo de cerca. Como en la mayaría de la metodología del centro, utiliza mucho el juego. Aprovecha el trabajo de la lectoescritura para mejorar la pronunciación y articulación de las palabras de los alumnos. Durante este día trabajé varias fichas con los alumnos: vocal fuerte y débil, letras, asociación de imágenes y palabras, sumas, restas etc. Terminamos el día visitando la “mini granja” del colegio. Estaba muy conseguida, muchos animales (algunos poco comunes) y un huerto. Voluntarios del barrio (generalmente de la tercera edad) se encargan de mantenerlo limpio y cuidado.

Disfrutando del momento (Cuarta semana)

Durante las semanas anteriores, había tenido muchas cosas en la cabeza. No sólo el trabajo diario en la clase, desarrollando los contenidos y aprendiendo el trabajo de un profesor, sino también recopilando información para la memoria. Por fin tenía toda la información necesaria por el momento y visto que en teoría iba a ser mi última semana con mi clase (aunque luego no fue así por motivos que explicaremos después) decidí olvidarme del papeleo y limitarme a disfrutar de la experiencia.
El lunes tocaba lectoescritura a primera hora. La profesora me animó a que intentará trabajar sólo con un alumno y así lo hice. Aplique todo lo que me enseñó los días anteriores y fue una experiencia muy instructiva para mí. Trabajamos la lectura guiada y utilicé los materiales que me había proporcionado la profesora.  Al volver a la clase, trabajé con el alumno, con menos motricidad fina, fichas para trabajar los números 1, 2, 3 y 4. Con el resto de alumnos trabajamos sumas y restas sencillas y  seguimos enseñando a leer y escribir a los dos alumnos restantes. En el comedor seguimos intentando que el objetivo de permanecer la fruta en la boca cinco segundos. Casi lo conseguimos.
EL martes, asistimos al taller de materiales donde estaban desarrollando los proyectos de los continentes: un grupo para hacer un PowerPoint, otro para diseñar una actividad relacionada con la ropa típica de cada zona y otro para elaborar un esquimal y un pingüino (tema Antártida). En música seguimos el mismo modelo de sesión que siempre. Trabajando los conceptos Largo y Corto (usando distintos instrumentos: triángulos, claves, panderos, etc.). De vuelta a la clase, repasamos con los dos alumnos que estaban aprendiendo a leer y escribir todo lo que habíamos aprendido estos días para consolidar los contenidos. Con el resto de muchachos diseñamos actividades con palabras encadenadas.  Con el alumno de menor motricidad fina realizamos fichas para seguir trabajando los números. También nos reunimos los compañeros en prácticas para hablar de nuestra aportación en el teatro de Navidad (una obra con luz negra donde Pat, un personaje de una serie infantil, tenía que llevar la carta del colegio a los reyes de oriente y se recorría todos ellos hasta encontrarlos y entregarles la carta). Todos los recreos quedaríamos para preparar el material y ensayar la obra.
El miércoles asistimos al claustro y pudimos ver su funcionamiento. Tenían que votar a los futuros miembros del consejo escolar, pero debido a que muchos de los profesores no tenían mucho interés, tres profesores se presentaron voluntarios y no tuvieron que realizar la votación. Después, fuimos a la piscina con los alumnos. Se encontraba cerca del colegio y fue una buena experiencia. Todos los chicos se lo pasaron muy bien y era una buena forma de trabajar la actividad física de una manera diferente y salir un poco de las rutinas. Uno de los alumnos no tenía mucha experiencia en el agua, pero aprendió rápido. Después del recreo, tuve que ir a orientación a recoger la última información de los informes de los alumnos de mi clase. Comprobé que muchos de los informes carecían de información y que los últimos de los informes médicos eran de muchos años atrás y prácticamente ya no eran de utilidad. Otros, en cambio, tenían un gran historial médico que aportaban información año tras año.
El jueves continuamos con nuestro paseo habitual y nuestra rutina de siempre. Cuando llegamos a clase trabajé las series de números, las palabras con las letras: P, L, M y N (fueron las consonantes que primero enseñamos para que aprendieran a leer nuestros dos alumnos) y líneas abiertas y cerradas. Terminamos el día en la sala de vídeo, viendo una película.  
El viernes, me comentaron que mi cambio de clase sería una semana después. El motivo era que la tutora que me correspondía después iba a volver a su antiguo colegio y una nueva tutora iba a sustituirla. Quería que la chica en prácticas de esa clase le diera indicaciones sobre la forma de trabajar en la clase y las características del alumnado a la nueva tutora, ya que iba a ser todo nuevo para ella y yo tampoco conocía la clase. La noticia me alegró, me daba pena despedirme de una clase con la que había pasado tantos momentos y aprendido tanto. Aunque sabía que pronto me encariñaría con la otra clase. Trabajamos clasificaciones de personas, animales y cosas con los alumnos. Terminamos el día con una sesión de educación física utilizando juegos con cuerdas y balones. 


Preparándome para el cambio (Quinta semana)

En mi quinta semana iban a volver los nervios del primer día. A la semana siguiente iba a conocer una clase nueva y totalmente distinta. Esa era la idea de los cambios: ver toda la realidad del centro. No sabía cómo iba a afrontar el cambio ni cómo iba a ser la nueva tutora. Enseguida me acordé de los nervios de mi primer día y lo mucho que había aprendido desde entonces. Tenía algo claro, cualquier cambio supondría aumentar mi experiencia y mis conocimientos. Las ganas del cambio aumentaron considerablemente. Además iba a poder seguir viendo a mis alumnos de la primera clase. No era una despedida, ese momento ya llegaría.
El lunes tuve mi última clase de lectoescritura. Recogía los últimos materiales que me ofreció mi profesora centrados en SAAC (sistemas alternativos y aumentativos de la comunicación) como si estuviera en una tienda en rebajas. También trabajé por última vez la lectura guiada con el alumno con el que ya lo había hecho antes. Además, aprendía que las fichas de caligrafías sencillas (ejercicios de repetición simples) son ideales para mejorar la atención y reducir las distracciones, además de ser relajante por la repetición de figuras. Después de  llegar a clase y trabajar fichas similares a la de la semana pasada, terminamos el día en la sala de vídeo.
El martes tuve mi último día de música con esa clase. Seguimos con la rutina habitual con una excepción. El profesor puso las notas de los alumnos para el boletín de los conceptos que trabajamos y después nos pusimos en corro agarrados de las manos para trabajar el ritmo con la música (dando pisotones). Cuando llegamos a clase seguí repasando los números del 1 al 4 con el alumno con menos motricidad fina. Con otro alumnos trabaje las unidades y las decenas y después los aplicamos a las sumas. Continuamos la serie de números.
El miércoles sería el último día con mi clase. A primera hora tuvimos educación física donde colaboré en el desarrollo de la clase jugando con los alumnos. Durante el recreo mi profesora mi enseño el programa “Delphos” para profesores. Pude ver cómo se actualizaban las notas y todas sus funciones. En clase, recopilamos dibujos que habían hecho los alumnos para enviárselos a sus padres cuando acabará el trimestre. El último día con mi clase iba a venir con sorpresa. En el comedor, nuestro alumno consiguió tener la fruta 5 segundos en la boca, sin necesitar a nadie que se lo dijera. El trabajo había dados sus frutos, nunca mejor dicho, y era necesario añadir un objetivo más (tragar). Fue algo muy satisfactorio. Me despedí de mi clase preparado para mi próxima aventura.

Adaptándome (Sexta semana)

En mi penúltima semana de prácticas viviría un cambio que me hizo darme cuenta de la gran diversidad de alumnado que había en el centro. Conocí a mi nueva tutora con la que creé una buena relación. La verdad es que durante mis prácticas tuve mucha suerte con las dos tutoras que me tocaron. Aprendí mucho de ellas y me ayudaron en todo lo que pudieron. Además, desde mi punto de vista eran buenas profesionales. Mi clase nueva, como he dicho, iba a ser muy distinta. La clase estaba compuesta por 5 alumnos con diferentes síndromes como: síndrome de Lennox, síndrome de Angelman, síndrome de Tay-Sachs y síndrome de Prader-Willi. El nivel de autonomía era mucho menor. Además presentaban escasa o nula capacidad comunicativa y de comprensión. Solo dos alumnas presentan cierta comunicación oral. Respecto a la motricidad fina era muy escasa y algunos presentan ciertas dificultades en la motricidad gruesa. El nivel cognitivo es menor que en la anterior clase, pertenecería al primer y segundo ciclo de infantil. Los principios que íbamos a trabajar con mis nuevos alumnos eran el desarrollo de la autonomía, la estimulación sensorial y relaciones sociales. La forma de trabajar presentaba semejanzas como el aprendizaje individualizado. Mi tutora me comento que aún se estaba adaptando y estaba todavía diseñando como era la mejor forma de trabajar. Los días anteriores preparó el material para hacer una asamblea. Su idea era elaborar una asamblea similar a la de infantil, donde trabajaríamos los saludos, la asistencia, los días de la semana, los meses y las estaciones. Durante la primera semana trabajamos para terminar todo el material de la asamblea y la comenzamos a poner en práctica. Mi tutora me informo sobre los sistemas alternativos y aumentativos de comunicación que pretendía trabajar con una alumna y me proporcionó material. Con otro de los alumnos quería que pudiera señalar y aumentar su capacidad comunicativa. Espero que lo consiga. También estuvimos trabajando la primera semana en el proyecto de mensajería, elaborando el buzón de la clase y escribiendo felicitaciones navideñas a todos los ATEs y restos de profesionales que ayudaban en el aula y a mi antigua clase. Al estar en una clase con menos autonomía, pude conocer al resto de profesionales del centro que no había conocido antes: ATEs (que nos ayudaban a llevar a los alumnos de un lado a otro y a darles de comer durante el comedor), el fisioterapeuta (que trabajaba con algunos de los alumnos y el profesor de AL. Las asambleas estaban cargadas de canciones la música era uno de los estímulos más utilizados. También utilizábamos las películas infantiles, que eran mucho más efectivas que con los alumnos con autismo, durante los últimos momentos del día. Tuve la oportunidad de volver a encontrarme con el profesor de música, donde la rutina se seguía caracterizando en el aula pero modificando la metodología. Las sesiones se adaptaban a sus necesidades, y la sesión se caracterizaba por trabajar la estimulación sensorial y la relajación. También tuve la oportunidad de ver la sala de estimulación sensorial y cómo se trabajaba en ella. Fue una gran experiencia aunque el no funcionamiento de algunos de los aparatos impidió disfrutar de la experiencia totalmente. Rápidamente, me encariñe con mi nueva clase y estaba muy ilusionado por todo lo que estaba aprendiendo. 


La despedida (Séptima y última semana)

Mi última semana iba a estar cargada de emociones. Una semana llena de actividades en la que sólo me planteé un objetivo: disfrutar. Ya había recopilado toda la información necesaria para la memoria, había diseñado las sesiones de intervención en el aula con mi tutora (que no pude llevar a cabo por la falta de tiempo en el aula que supuso esta semana) y había conseguido todos los materiales y recursos posibles. Me dejé de anotaciones y me propuse disfrutar mis últimos siete días en el colegio. Las múltiples actividades en esta semana hicieron que se pasará más rápido de lo deseado, pero  gracias  a eso me divertí más que nunca. Nuestra primera actividad fue una excursión a Toledo a ver belenes. Fuimos a la Academia de Infantería, a la Caja Rural y a una residencia para la tercera edad. Durante la excursión recibimos ayuda de los ATEs, el fisioterapeuta y el AL para llevar a los niños. Además, tuvimos que llevar una silla para una alumna. El miércoles tuvo lugar la función de teatro navideña. Fue una gran experiencia, donde enseñamos al colegio lo que habíamos preparado todos estos días. Las funciones de los alumnos y los profesores fueron muy divertidas. Se aprovechó el momento final del teatro para hacer un homenaje a dos personas: una ATE que se iba a jubilar y la presidenta del AMPA, encargada de comprar los regalos de los Reyes Magos. También los alumnos de prácticas aprovechamos para dar las gracias por todo al centro y despedirnos a nivel global del colegio. Tras un discurso de una compañera no faltaron las lágrimas en la sala. Me gustó poder formar parte de un proyecto así. El día a día de un docente no se encuentra sólo en el aula. Con mi tutora diseñamos un amigo invisible en la clase, con las agendas habíamos comunicado a los padres a qué alumno deberían hacer los regalos y los abrimos el jueves. Ese mismo día, en el centro se preparó la Nochevieja. Se dieron las campanadas y nos tomamos las uvas. Terminamos el día, haciendo una entrevista en la radio del cole donde interpretaba a Gaspar. El viernes, iba a estar cargado de más sorpresas. Me sentía muy triste al ver que toda esta experiencia estaba a punto de acabar pero contento por todo lo que había vivido. El último día, tres de mis compañeros de prácticas se disfrazaron de Reyes Magos y repartieron los regalos que los niños habían pedido. Además, el director trajo como sorpresa una banda de música y fuimos al patio a escucharles mientras repartían regalos y caramelos. Fue un día maravilloso, donde tuvimos la oportunidad de despedirnos de nuestros alumnos, tutoras y el resto del personal del centro con los que habíamos compartido todos estos días.
He de dar las gracias a todo el colegio por la acogida y por el trato que recibimos. La experiencia que he vivido durante estas siete semanas siempre me acompañará. También a mis dos tutoras, que me han orientado de la mejor manera y algún día espero ser tan buen profesional como lo son ellas. Además, agradecer a mis 11 alumnos que han sido los protagonistas de todas mis experiencias. Lo que he aprendido durante estos días no se me va a olvidar nunca y ha sido una de las vivencias que más me han marcado. Espero volver pronto al centro (como alumno o como profesor) y hacerles una visita. 






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